Reflexión

La Selección Sub-20 y la regulación de impulsos

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“El fútbol es cometer errores y no frustrarse”, señaló alguna vez el recordado Johan Cruyff. Partamos de lo más sencillo: desde que dos rivales se pasan satisfactoriamente el balón en frente de uno, el jugador de fútbol tiene que aprender a regular la emoción negativa que ello le produce y el impulso desmedido de querer recuperarlo. Perú pareció descontrolado en el desarrollo del juego y cometió demasiadas faltas cerca a su propio arco. Evitar estas faltas requiere de auto-regulación emocional, más que de una determinada capacidad técnico-táctica. Lo mismo aplica para el deseo desenfrenado de atacar al rival, que merece ser regulado para no caer –como efectivamente sucedió– en un juego vertical demasiado previsible, en el que se abusa de envíos largos, frontales e inocuos.

El pico más alto de descontrol fue, evidentemente, el final del juego.

Nos equivocaríamos al exigir simplemente sanción, separación definitiva o “mano dura”, como hemos escuchado desde el día de ayer luego del partido. También lo haríamos si nos hacemos de la vista gorda frente a un problema que existe de verdad en la formación de nuestros futbolistas: el control de impulsos. Este es uno de los aprendizajes más significativos –y, por ello, complejos– en el desarrollo de un jugador de fútbol. Más que una sanción, lo de ayer en Arequipa exige necesariamente una reflexión y un aprendizaje, tanto en el grupo de futbolistas jóvenes como en el comando técnico del equipo.

Es cierto que existen técnicas conductuales específicas de respiración y/o relajación para este tipo de situaciones –técnicas que, sin duda, creemos muy útiles–, pero consideramos que encarar este problema es más que poner en juego ciertas estrategias conductuales. Tiene que ver, más bien, con la manera en que concebimos el juego, cómo nos relacionamos con el rival, con nuestros compañeros, qué significa para nosotros ganar, cómo queremos hacerlo, qué queremos obtener de esto que es dedicarse al fútbol desde donde nos toque o, también, qué rol cumple el juego de fútbol en nuestro desarrollo personal.

Consideramos que este aprendizaje auto-regulativo se hace más difícil en nuestro contexto por la manera en que concebimos la competencia, y más aún este tipo de juegos de preparación. Sin ahondar en situaciones específicas, el equipo peruano pareció demasiado preocupado por obtener un resultado de 3 puntos cuando se trataba de un amistoso de preparación. Cuando, no nos caben dudas, es mucho más relevante el proceso de los 90 que simplemente cómo terminan los números en el marcador. Tanto por lo de ayer como por mañana, en el Sudamericano, evaluemos para qué jugamos al fútbol y cómo lo estamos haciendo desde una perspectiva educativa, que siempre tome en cuenta la resolución ética de los conflictos que propone el juego.

Foto: Twitter Iván Rivilla.

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