Reflexión

Los conservadurismos en el fútbol de menores

particular-corte-pelo-estilo-mohicano_lrzima20120213_0050_4

Escrito por: Martín Salinas Cisneros, @amrtinaslinas

 

¿Prohibir ciertos cortes de cabello? ¿El polo debe ir adentro del short? ¿Solo chimpunes de color negro? A propósito de una serie de razonamientos y prácticas recurrentes en el fútbol de menores de nuestro país y del mundo entero, utilizamos la teoría del dominio del psicólogo Elliot Turiel para cuestionar algunas ideas confusas sobre lo que es bueno y lo que es malo, o lo que es justo y lo que es injusto, en torno a la educación a través del fútbol.

 

Lo personal, lo convencional y lo moral

Partamos de que es posible diferenciar tres dominios del conocimiento social: el dominio personal, el convencional y el moral. La psicóloga del desarrollo Susana Frisancho explica lo siguiente a partir de la teoría de Elliot Turiel: El dominio personal tiene que ver con nuestros gustos o preferencias individuales, sobre los que no hay acuerdos, leyes, ni reglas. Por ejemplo, el tipo de comida que preferimos o las películas que nos gustan. Las convenciones, por otro lado, son comportamientos uniformes y compartidos, que están determinados por el sistema social en el que se forman. Para convertirse en miembros activos de una cultura, los niños de cualquier sociedad deben aprender un sinnúmero de reglas y expectativas sociales. Por ejemplo, en nuestra sociedad los niños deben aprender que a ciertas personas (personas mayores o adultos a los que no se les tiene mucha confianza) se les debe tratar de “usted”, o que no es aceptable, por más calor que haga, que hombres vayan en minifalda a la oficina. Estos son ejemplos de convenciones sociales que sirven para mantener la organización social, y que, aunque importantes, son por naturaleza arbitrarias, pues no hay nada intrínsecamente malo o bueno acerca de las acciones que definen. Son simplemente acuerdos sociales que podrían alterarse si el grupo o la sociedad así lo decidiera. Finalmente, en contraste a las convenciones, las consideraciones morales surgen de factores que son intrínsecos a las acciones: consecuencias tales como causar daño a otros seres humanos, violar sus derechos, o afectar el bienestar general. En este sentido, los asuntos morales no son arbitrarios ni están determinados por preceptos culturales o por el consenso de un determinado grupo, sino por factores inherentes a las relaciones sociales, las que son diferentes de las estructuras culturales, religiosas o sociales particulares.

“Polo adentro”

En algunos clubes, se considera imprescindible que los jugadores lleven el polo adentro del short. Si bien es cierto que éstos pueden incluir regulaciones fundadas sobre lo convencional –que es importante, pero arbitrario y con fines socioorganizativos–, debe reconocerse esta arbitrariedad y que, si se decidiera por consenso, sería válido que se establezca otro comportamiento alternativo que cumpla una función social similar. No es concebible que llevar el polo adentro sea por una “cuestión de respeto”, o considerar que ello te hará mejor futbolista o mejor persona, como en muchas ocasiones se piensa. Lo peor de todo esto es que, dentro de los equipos, suceden repetidas veces dinámicas perniciosas en las relaciones entre los propios jugadores o entre el entrenador y los jugadores, las que son invisibles o imperceptibles, como por ejemplo el maltrato u hostigamiento a algún niño o el abuso de autoridad de parte del entrenador, mientras que la regla dorada de meterse el polo adentro del short permanece incólume. No hay una reflexión mínima sobre la irracionalidad de ciertas reglas que responden más bien a preferencias de directivos u autoridades, o sobre que ciertos principios son más importantes que determinadas convenciones. Es cierto que diferenciar lo convencional de lo moral no siempre es un ejercicio sencillo u obvio, pero es una reflexión que debe hacerse permanentemente y que es parte de la razón de ser de una organización deportivo-educativa.

Por otro lado, sucede también que, en horarios fuera de la competencia, se les prohíbe a los chicos que porten aretes o que luzcan determinados cortes o teñidas de cabello, usualmente aquellos que responden a la moda actual de cortarse más o raparse a los lados y/o hacerse diseños juveniles en el pelo, acorde a los modelos establecidos por futbolistas reconocidos mundialmente. Aquí, lo que sucede es un atropello al dominio personal de los futbolistas jóvenes y al desarrollo de su identidad a través de su apariencia. En el fútbol mundial, un seleccionador prohibió alguna vez a los futbolistas de su equipo llevar el cabello largo, y evitó convocar a determinados jugadores por no cumplir esta regla. También, un entrenador determinó que en las categorías inferiores del club que dirigía los niños y jóvenes solo pudieran usar chimpunes “clásicos” o de color negro predominante, pues los de otros colores eran una muestra de individualidad desmesurada y/o presunción exagerada… ¿Habrá una reflexión profunda sobre el sentido de esto?

«No debemos confundir las convenciones sociales con la ética. Entender que el polo o camiseta de entrenamiento debe ir adentro del short por una “cuestión de respeto” es malinterpretar lo convencional como algo moral.»

¿Qué es lo verdaderamente importante?

Los niños y jóvenes tienen una individualidad que hay que respetar. Al estar ellos en un proceso de formación, la identidad –y su expresión a partir de la propia apariencia– resulta fundamental como parte del proceso de desarrollo. Prohibir ciertos cortes o teñidas de pelo que están hoy de moda o impedir el uso de aretes (fuera del tiempo de entrenamiento o competencia, por cuestiones obvias de seguridad) es un atropello a la individualidad de los niños y jóvenes que participan en un equipo de menores.

Por otro lado, no debemos confundir las convenciones sociales con la ética. Entender que el polo o camiseta de entrenamiento debe ir adentro del short por una “cuestión de respeto” es malinterpretar lo convencional, que es arbitrario y tiene que ver meramente con la organización social, como algo moral, aquello que más bien se refiere a factores inherentes a las relaciones sociales y que está centrado en la justicia, equidad o bienestar humano. Esta confusión puede traer problemas más complejos a la hora de mediar y resolver conflictos que sí tienen que ver con lo ético, como los son ciertos problemas comunes en el fútbol de nuestro país sobre, por ejemplo, discriminación racial, relaciones de poder abusivas o interacciones verbales violentas.

En este punto, habría que preguntarnos: ¿qué es lo verdaderamente importante? Una postura conservadora, que además convive con la postura de militarización del fútbol juvenil, sostiene que esta regulación del peinado, del uso de aretes o del polo adentro “inculca” disciplina, o que simplemente hay que atenerse a las condiciones que cada equipo tiene. No toman en cuenta que el fútbol formativo tiene necesariamente una función educativa, formadora, pedagógica, y que esa función es parte de su razón de ser. Si bien un equipo de fútbol de menores no es parte de la educación formal de los niños y adolescentes, sus objetivos educativos no pueden desligarse de aquellos de una educación moral y ciudadana, reflexiva y crítica con el ejercicio del deporte y de la vida.

«El fútbol formativo tiene necesariamente una función educativa, formadora, pedagógica, y esa función es parte de su razón de ser.»

Se debe considerar que, al promover estas prohibiciones, en realidad se está intentando regular asuntos que no son sustanciales a los procesos de  aprendizaje. Asimismo, estas normas que intentan controlar el dominio personal, uno, tienden a ser rechazadas por los propios miembros del grupo, y dos, generan que se reduzca la motivación intrínseca, de calidad, por formar parte de dicho grupo (en este caso un equipo de fútbol) y por participar de las actividades que en él se realizan (entrenamientos, partidos y vida social en el club).

Si hablamos de fútbol FORMATIVO, una reflexión en torno a estos temas es necesaria. La idea es que a través del fútbol se contribuya a la educación moral y ciudadana de niños y jóvenes, lo que necesariamente implica que aprendan a pensar y no solo a hacer según una orden, y que reflexionen críticamente, cuestionen, deliberen y transformen determinadas prácticas de la cultura en general, y del fútbol de menores específicamente. Es momento de tomar conciencia para que el fútbol de menores se convierta en un espacio de desarrollo significativo.

 

Fuente

Texto completo de Susana Frisancho: Aportes de la psicología a la comprensión del fenómeno moral

 

SUBIR