Entrevista

Pier Larrauri: «Un trabajo, eso se volvió para mí cuando me fui a Alemania»

Pier Larrauri entrevista

Pasó más de una década desde que Pier Larrauri llegó al Bayern Múnich con el rótulo de «El Messi peruano». Lo que debía ser una experiencia increíble para un niño de 13 años terminó convirtiéndose en una historia de desencanto por la exposición mediática, el negocio del fútbol, la exigencia deportiva y la expectativa social.

Por Renzo Pucce

Sentado en un sofá azul de un departamento miraflorino, Pier Larrauri (1994) mira un video de Youtube titulado «Lionel Messi-Ento-Cristiano-Ronaldinho Peruano Pier Larrauri Conroy 13 años». Son 5 minutos con 47 segundos de imágenes que remontan al año 2007 y que muestran la manera en cómo los periodistas y bloques deportivos anunciaban su incorporación al Bayern Múnich con 13 años de edad. Todos guardan un común denominador en cuanto al tratamiento de la información: utilizan comparaciones con futbolistas de élite, calificativos pomposos y crean una expectativa enorme respecto al futuro deportivo del niño futbolista en cuestión.

Pier Larrauri, natural de Siena (Italia), jugaba en Esther Grande de Bentín, una de las más importantes escuelas formadoras de futbolistas en el Perú, cuando se presentó la oportunidad de ir a jugar en el poderoso y multicampeón club alemán, Bayern Múnich. Larrauri destacaba sobre el resto de chicos de su categoría en los torneos infantiles: hacía goles, daba asistencias, eludía con facilidad a sus rivales y regalaba jugadas vistosas. Su talento atrajo naturalmente la atención de todos, en especial de Carlos Delgado, representante de Claudio Pizarro, quien además jugaba en el equipo bávaro en aquel entonces. Delgado se convirtió en el nexo entre ambos y, luego de dos invitaciones en 2005 y 2006, se concretó una estadía más prolongada de Larrauri al año siguiente.

Todas las partes involucradas, E.G.B., el Bayern Múnich, la empresa Image y César Larrauri, papá de Pier, manejaron un mismo discurso sobre el acuerdo que existía de por medio. Ellos sostenían que se trataba de una «beca», una modalidad que no vulnera el artículo 19 del Reglamento de sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores, mediante el cual la FIFA establece la autorización de transferencias internacionales de futbolistas menores de 18 años bajo tres excepciones. Así buscaban evitar una sanción por parte del organismo rector del fútbol mundial, cuyos controles fueron creados a partir de los innumerables casos de niños y adolescentes, africanos en su mayoría, que viajaban a Europa para cumplir su sueño de ser futbolistas profesionales, pero que terminaban siendo víctimas de tráfico de menores durante las últimas décadas.

La estadía en Bayern, junto a su papá, terminó antes de lo previsto. El interés mediático inicial ya no era el mismo. Llegó como «estrella» y se fue en silencio. «Por ello el club alemán resolvió poner una barrera entre el joven peruano y la prensa, que con el paso del tiempo perdió interés en su estadía en Múnich a tal punto que su regreso a Lima, terminando el invierno, a principios del 2008, pasó desapercibida y sin una línea en los diarios de la ciudad», informaba la cadena de radio y televisión alemana, Deutsche Welle. «El nuevo Messi» no tuvo la historia de éxito de Messi.

Su aspecto físico y sus declaraciones desatan pequeñas risas en Larrauri al inicio del material audiovisual. En la pantalla del celular que carga con sus dos manos sobre sus piernas, aparece él, con 13 años, conversando con los periodistas que habían asistido a la conferencia de prensa del anuncio de su paso al Bayern Múnich. Le preguntaban por Messi, la selección peruana absoluta y la selección alemana absoluta. «Fenómeno» y «niño genio» acompañan las notas periodísticas. A medida que el video avanza, el semblante de Larrauri cambia. Su rostro combina varias sensaciones juntas: seriedad, nostalgia, reflexión. Desliza sus manos por su cara varias veces. Hace calor. Suspira. Alza la mirada. Voltea. Esboza una sonrisa al mismo tiempo que mueve la cabeza hacia un lado como una señal de que es suficiente.

Más de una década después de su paso por el Bayern Múnich, Pierantonio Larrauri Conroy vuelve a abrir ese capítulo de su vida. Ya es adulto y futbolista profesional, con presente en Deportivo Municipal y pasado en Leicester City (Inglaterra), Pachuca (México), Sporting Cristal, Cienciano y Alianza Lima. Pone pausa a su carisma y sentido del humor. Sin perder la espontaneidad que lo caracteriza, habla de aquella experiencia sin tapujos en una entrevista que aclara las condiciones del acuerdo que lo llevó al club alemán y da cuenta del impacto del discurso periodístico, el negocio del fútbol, la expectativa social y todo lo que configura la práctica de traspasos internacionales de menores. El video da pie a la primera pregunta.

¿Qué te genera escuchar los calificativos utilizados por la prensa deportiva para referirse a ti en aquella época?

Me imagino la presión que debí haber sentido porque era un chico de 13 años que en su momento era un poco mejor que el promedio, nada más que eso. Me gustaba jugar al fútbol, pero en ningún momento me gustó que me calificaran como «El siguiente Messi», o que si voy a llegar a una selección u otra. Yo quería jugar al fútbol, divertirme jugando al fútbol. Todo eso generó bastante presión en mí y que, en vez de disfrutar del fútbol, se vuelva un trabajo, y a los 13 años no puede ser así.

¿Eras consciente de toda la cobertura periodística que se te daba?

Era muy consciente de eso. Recuerdo que cuando llegué a Alemania parecía que habían contratado un jugador del primer equipo. Llegué y era pura cámara. Le decía a mi papá: “No me gusta eso”. Me sentía incómodo. Era un niño. Solo quería jugar al fútbol.

Leí que tu papá había declarado que se sintieron entusiasmados con el hecho de que los medios de comunicación se interesaran en ti. ¿Era algo natural?

No, para nada. Mi papá se enteró de la conferencia ahí nomás . Él también me conoce y lo que más quería era estar al margen de esto, haber viajado sin que nadie se enterara. Para mí lo principal era jugar al fútbol, no todo lo que se vivió porque me generó una gran presión. Mi papá lo entendía.

¿Participaron en esa conferencia de prensa por compromiso?

Fue de sorpresa. Cuando llegamos, vimos que hubo demasiados periodistas de todos los canales, los programas, los periódicos. Y fue como que: “Qué es esto”. Ahí se agrandó todo.

¿Recuerdas con qué otros calificativos la prensa deportiva se refería a ti?

“El nuevo Messi”, “El Messi peruano”, me acuerdo de ese porque hay mil videos del “Messi peruano”.

¿Qué te generaba escuchar esas comparaciones?

Presión. Yo no quería eso. A los 13 años ni siquiera sabes qué va a pasar, si vas a ser futbolista profesional… Lo único que quería era divertirme jugando al fútbol. Para que eso suceda no tenía que tener esta mochila gigante. En lugar de jugar tranquilo y seguir divirtiéndome, se volvió en un trabajo, como un profesional. No era lo que buscábamos.

¿Conversabas con tu papá en casa sobre todo lo que se decía?

Al principio es como que: “¡Guau!, soy famoso, soy chiquito, 13 años…”. Pero después de un tiempo es una presión que yo no buscaba.

¿Te arrepientes de esa exposición mediática?

No me arrepiento de nada en mi vida. Al final, son experiencias. Siento que se pudo haber manejado de otra forma.

Pier Larrauri fondo cuadro blanco y negro

 

¿Qué recuerdas de los entrenamientos? ¿Se respetaba el lado lúdico, que es lo que más disfruta el chico a esa edad?

Me acuerdo que los entrenamientos eran muy intensos. Era hora y media, hora y cuarto. Tomabas agua una vez y luego no parabas hasta el final. Pateaban muy fuerte la pelota a la hora de los pases.  Yo no estaba acostumbrado a eso. Me quedé sorprendido. Te das cuenta de qué fuerte pasan la pelota en Europa.

¿Era un entrenamiento militarizado?

No. Era un entrenamiento… a la hora de calentar, cuando eres chico calientas haciendo skipping, zig-zag, picas… ellos se pasaban la pelota fuerte. Nos quedábamos diez minutos. Dices: “Qué tontería, ¿pasarse la pelota diez minutos?» Pero mejoraban bastante la técnica. Se acostumbraban, en canchas muy buenas, a pasarse la pelota fuerte.

¿El entrenamiento exigía tus capacidades físicas y emocionales?

Los alemanes son muy rígidos, no te regalan una sonrisa. Desde que empieza el entrenamiento, son muy intensos, más que todo en lo físico. Tienes que estar fuerte mentalmente para poder llevar el entrenamiento, preparado bien físicamente.

¿Lo más importante era el resultado? ¿Cuál era el manejo de los entrenadores?

Los dos. Desde chico, es importante prevalecer un estilo, pero aun así se tiene la mentalidad de ganar. Todo lo que juguemos se tiene que ganar.

¿El entrenador sancionaba o ayudaba al aprendizaje?

Ayudaba al aprendizaje. Yo no hablaba alemán. Hablaba inglés. Siempre me hablaba y todo.

A veces, vemos a algunos entrenadores de menores que gritan mucho durante un partido, que no facilitan que el jugador resuelva una determinada situación por su cuenta. Algunos pueden llegar a hostigar en lugar de educar. ¿Qué tipo de entrenador tenías?

Cuando llegué allá, una hora antes del partido te ponía las tácticas. Todos tenían que jugar la misma formación del primer equipo, desde la sub-11. Si el entrenador jugaba de tal forma, todas las categorías tenían que jugar igual. Vas escalando y si tienes un modelo, al final te acostumbras más fácil.

¿Sentías que ya no podías fallar?

Obviamente. Eso es por todo lo que se vivió. Esa presión me generaba miedo a fallar.

¿Cómo convivías con ese margen de error al límite?

Se me hizo difícil. Había momentos en el que ni siquiera quería jugar. Estaba presionado, nervioso. Decía: “Si la c…, si no me va bien…». Literal, pensaba eso. Decía: “Tengo que estar mentalmente fuerte para poder llevar este mal momento”.

¿Estuviste tensionado en tus primeras prácticas con el equipo?

Me gusta el fútbol. Debo haber disfrutado el momento que estaba viviendo. Un poco nervioso, pero una vez que entraba a la cancha se me pasaba.

¿Esa presión te daba indicios de que el fútbol dejaba de ser un juego y pasaba a ser algo más serio?

Me comencé a dar cuenta de eso. Ya no lo disfrutaba como antes. Era una presión para un chico de 13 años que tiene que ir al colegio y en las tardes jugar al fútbol, como si fuera un hobby, porque eso es a esa edad. No es lo más importante el fútbol. Un trabajo, eso se volvió para mí cuando me fui a Alemania. Eso no me llegó a gustar.

¿Cuánto tiempo te tomó acostumbrarte adaptarte a nivel personal y deportivo?

Nunca me llegué a acostumbrar. Era un chico de 13 años que no podía comunicarse con los demás compañeros. La gran mayoría no hablaba inglés. En el colegio me fue mejor. Uno de los requisitos que mi papá puso fue que vaya a un buen colegio. Era uno de los mejores en Alemania, iba gente de todo el mundo. Allí hice muchos más amigos, me sentía mucho más cómodo. Pero llegaba a entrenar y no podía decir una sola palabra.

¿Qué situaciones les hacían cuestionarse si fue la mejor decisión?

Sobre todo la presión de llegar ahí y ser «un jugador maravilla» . Todo lo que se generó con la prensa, que estaba bien atenta a mí. No poder comprender a mis compañeros, ni ellos a mí.

No mencionaste el tema familiar…

Ah verdad, me olvidaba, el tema familiar también. Estar lejos de mi mamá y mi hermano. Seguro para mi papá también fue súper complicado. Aún así, hizo un gran sacrificio por mí. Es algo que a lo largo de los años lo he valorado bastante.

¿Lograbas concentrarte en la escuela?

Sí, porque en el colegio era el lugar donde más cómodo me sentía. Había gente de todo el mundo, todos hablaban inglés. Disfruté bastante estudiar allá. Teníamos bastantes actividades. Llegaba del colegio y tenía que ir «altoque» a entrenar. Llegaba a mi casa a las 8 de la noche para comer y dormir.

¿Cuánto tiempo la prensa alemana estuvo pendiente de ti?

Bastante. Salía en el periódico. Estaban bien atentos a mí. Todos los fines de semana que jugaba estaban como que: «¿Cómo le ha ido?». Por eso sentía que los entrenadores, que todos estaban atentos a mí. No era lo que buscaba a esa edad. Lo único que quería era disfrutar como cualquier chico de 13 años, no que todos los ojos estén en ti.

¿Qué hacía que recuperaras la motivación y superaras los momentos duros?

Tener a mi papá al lado. Fue un soporte bien grande. Para mí lo sigue siendo. Él me ayudó bastante en ese momento. Igual, hubo cosas lindas. Fue un espacio donde estuvimos los dos juntos, nos reímos bastante. Aunque pasamos momentos difíciles, también tuvimos buenos momentos.

¿Es cierto que no continuaste porque te habían prometido que tu mamá y tu hermano irían seis meses después?

Después del primer año, ellos tenían que venir supuestamente. Igual, cada día te están viendo, te están probando. Si ven que no te va bien el primer año, no van a hacer el sacrificio de traer toda una familia. Aun así no me sentía tan cómodo. Mi papá lo entendía y sentía que traer a toda la familia era agrandar esta presión. Mantener a una familia o traer a toda una familia a otro continente no era lo que un chico de 13 años espera a esa edad.

¿Les mencionaron ese compromiso antes de que viajaran?

Antes de que yo fuera ya sabía de ese compromiso. Pero cuando lo vives te das cuenta de lo que está pasando. Es decir en ese momento: “A lo mejor voy y todo resulta color de rosa y la paso muy bien, hago grandes amigos, y puedo lidiar con esta presión». A lo mejor hay otros que sí pueden. A los 13 años, hay chicos que a lo mejor les va muy bien. En mi caso no fue así.

¿La razón por la que no continuaste fue netamente deportiva?

Deportiva y ellos también… Si ellos me hubiesen dicho al año te traemos a toda la familia, a lo mejor con mi papá hubiésemos dicho: «Mira, ha sido un primer año de transición, vamos a probar un año más». En ellos tampoco había muchas ganas de seguir con este proyecto y en nosotros tampoco.

¿Quisiste renunciar? 

Siempre quise luchar hasta el final, hasta el último día de este contrato que tenía de un año. Nunca pensamos en irnos a mitad de año.

¿Fue una transferencia? En ese momento, tu papá recibía un sueldo. Se encargaron de darles vivienda y pagarte los estudios. Tanto Bayern Múnich y Esther Grande de Bentín se esforzaron en aclarar de que no se trataba de un contrato porque la FIFA lo prohíbe. ¿Cuál fue la figura real?

No podíamos decir en ese momento, porque la FIFA lo prohíbe: «Hemos contratado a un chico de 13 años». Lo que ellos hicieron fue decir: “El papá se ha venido a vivir acá. Le hemos dado cualquier excusa: trabajo. Se le va a dar un sueldo y ya. Al chico lo metemos al colegio y ya».

Esa es una de las 3 licencias que te da la FIFA para poder operar transferencias de futbolistas menores. Sin embargo, no se toma conciencia de las posibles consecuencias. ¿En tu caso, valía más el hecho de no quedarse con la duda de qué hubiese pasado?

Muchas veces lo he conversado con mi papá y eso es lo que él me dice. De grande, le dije que no fue una bonita experiencia por todo lo que pasé en ese momento. Pero él varias veces me lo dijo: “¿Qué hubiera pasado si es que no hubiéramos hecho esto?» A lo mejor nos hubiéramos arrepentido toda la vida. En cambio, lo hicimos. No hay nada de qué arrepentirse.

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¿Temías volver por la opinión de la gente?

Sí, era consciente de eso. Tú dices: «Me voy, ya no quiero regresar más». Esa es la idea que tienes. Al principio es difícil, después de un tiempo te acostumbras.

Te llegas a acostumbrar, pero el camino es complicado. Recuerdo que tu papá declaró en una entrevista que era difícil para él verte asumiendo este reto porque era parte de lo que tú querías, pero a la vez sacrificabas cosas que te iban a terminar afectando. Y también hablaba de episodios en los que tú llegabas a casa y llorabas en la noche porque extrañabas a tu mamá. ¿Hubo esos episodios?

Seguramente varias veces me he puesto a llorar pensando en que extrañaba a mi familia, mis amigos, mis costumbres. Es un cambio muy grande.

¿Sentías la presión de que si no lo hacías bien, tu familia no iría?

A lo mejor inconscientemente sí. Pero en ese momento no lo pensaba.

¿Temías decepcionar a tu padre o a tu familia?

Sentía presión de toda la gente alrededor: qué van a decir la prensa, mis amigos, no tanto mi familia porque sabía que iban a estar en las buenas y en las malas conmigo.

¿Tu familia te hizo sentir presionado?

Creo que no. A lo mejor mi papá, siempre ha estado conmigo y es muy metido en el fútbol, puede ser que sin darse cuenta me haya generado un tipo de presión cuando las cosas no iban bien, porque estuvo a mi lado. Pero mi mamá y mi hermano están muy alejados del fútbol.

¿Hubo depresión o frustración cuando volviste, al no haber alcanzado la expectativa que tenías de niño?

No recuerdo mucho, pero debo haber sentido cierto temor, como que la gente pueda haberse sentido decepcionada de mí. Hubieran esperado que me quede allá y todo. Más que todo los chicos, porque yo volvía a Bentín. Entonces, había hecho toda esta despedida y al año volver, en su momento lo debo haber pensado. Me imagino regresar a mi club, con los entrenadores, volver a empezar… seguramente fue complicado al principio, pero después te llegas a acostumbrar.

¿Con la llegada al Bayern Múnich, qué visualizabas en tu carrera? ¿A dónde pensabas llegar?

Seguramente al primer equipo, para eso vas. «Acá voy a hacer mi carrera». Si estoy firmando con un equipo de allá, que estaba apostando por mí tan pequeño, tengo que escalar poco a poco hasta llegar a la profesional.

La expectativa no era solo tuya, sino había otros factores que alimentaron la misma: la familia, los amigos, la prensa. ¿Todos influyeron?

Obviamente. Estamos hablando de que cuando llegué y todo lo que estábamos diciendo del «Messi peruano», quieras o no te entra en la cabeza. Eso hace que empieces a pensar cuando eres pequeño: «A lo mejor voy a hacer una «megaestrella»». Vas creciendo y te vas dando cuenta que no se van cumpliendo las metas y comienzas a decepcionarte de ti mismo.

¿Hoy te sientes con frustración por no haber cumplido la expectativa que tuviste?

Durante muchos momentos me lo he preguntado. Llega un momento en que tienes 23-24 años y no cumples las metas que pensaste que a esta edad ibas a tener. Seguramente te genera un tipo de presión. Pero después, te vas dando cuenta que en la vida pasan muchas cosas, muchas circunstancias y entiendes que al final ciertas metas pueden pasar, lo importante es el camino.

¿Cuánto hubiese cambiado la toma de decisión y tu experiencia en Bayern, si tu familia no hubiera tenido estabilidad económica?

No hubiera cambiado para nada. Siempre digo que los dos lados son difíciles. Cuando eres un chico humilde, sacar a tu familia adelante… pero también viene la otra parte donde puedes elegir si quieres estudiar… Yo podía tranquilamente estudiar en la universidad, salir con mis amigos todos los fines de semana, pero yo tenía que descansar. No tuve ninguna fiesta de chico, ningún paseo del colegio, porque jugaba los fines de semana. También sacrificas cosas. No creo en eso de que, porque es humilde, va a ser más difícil el camino. Por los dos lados es complicado.

Te lo preguntaba porque la prioridad pasa a ser otra. El chico de recursos bajos posiblemente tenga que cargar con la mochila de sacar adelante a la familia. Sin embargo, no es determinante como tú ya lo has explicado. 

¿Mirando hacia atrás, sientes que asumiste responsabilidades de una persona adulta?

Claramente. Era como un trabajo, ya tenía sueldo. El sueldo se lo daban a mi papá, pero era como si el sueldo me lo dieran a mí. Todas las miradas encima, traer a mi papá, cambiarlo de país…

¿Qué es lo que más sacrificaste?

Lo que más me costó fue estar lejos de mi mamá y mi hermano durante 8 meses. Obviamente, mis amigos del colegio, el clima, la comida, influyen, pero lo más grande es la familia. Estar lejos de mi mamá fue difícil.

¿Y tu infancia?

También. Desde que estaba en el Perú, desde que estaba chico, mi papá siempre me ha dicho: «Si quieres ser futbolista, tienes que ser profesional desde chico». Mi papá lo hizo para forjar un carácter. Había momentos en los que tenía un paseo del colegio y no podía ir, porque tenía a los 12 años que jugar un partido un sábado. Perdía un paseo. Obviamente, a esa edad, yo quería irme de paseo, por más que me guste el fútbol. A esa edad quería que mi papá esté contento, me imagino. Desde muy chico me he dedicado al fútbol. Por eso llegó cierta edad en la que ya no me sentía tan contento jugando al fútbol por todo lo que perdí, desde pequeño.

¿Te gustaría recuperar algunas cosas de tu infancia?

Ya no las voy a recuperar. En ese momento hubiese preferido otro tipo de cosas.

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¿Cuándo te acostumbraste a cargar con la ilusión de los demás: familia, hinchas, club?

Me ha costado. Hasta hoy hay veces que sí siento cierta presión, pero ya soy mucho más fuerte mentalmente. Al final ya no me pongo tanta presión en mí. Trato de vivir el día a día, no pensar mucho en lo que va a venir. Si es que al final no llego a lograr la meta, no pasa nada. Trato de disfrutar el camino. Al final va a ser más fácil llegar a la meta, si pienso así.

¿Dejas en un segundo plano la expectativa de los demás?

Sí, me enfoco más en mi propia felicidad, en entrenarme bien durante el día. Las cosas pueden salir o no, pero por lo menos me siento contento de que me estoy enfocando día a día en tratar de hacerlo lo mejor posible.

¿Consideras que es lo mejor que puede hacer un futbolista para lidiar con la presión externa?

Considero que es lo mejor para mí, para Pier Larrauri. A lo mejor para otros es más importante ponerse metas a futuro y eso hace que durante el día tengas una motivación extra. Para mí lo más importante es vivir al día a día. No decir: «Espero en un año estar en la selección o estar en Europa». Seguramente lo quiero lograr, pero si no pasa, no pasa nada. Así es como estoy tratando de vivir y lo que me hace bien.

¿Qué te sugiere el hecho de que sean contados los casos de transferencias internacionales de futbolistas menores de edad que tuvieron un final feliz?

Si pensamos en todos los chicos que salieron al exterior a temprana edad, ¿cuántos han llegado a ser profesionales o «mega estrellas»? Seguramente serán contados con los dedos de la mano. Salen muchísimos chicos, pero son pocos los que llegan. Creo que mejor es debutar en tu país, jugar en tu país, hacer la carrera en tu país. Ya cuando hayas destacado en el fútbol profesional de tu país, salir. Eso es lo que recomiendo, por mi experiencia.

La historia de Messi tuvo un final feliz. Si estuvieras escribiendo un libro autobiográfico e incluyeras tu paso por el Bayern Múnich, ¿cómo cerrarías ese capítulo?

Uy… no sé la verdad…  no quiero hablar mal… No tengo el nombre del capítulo, pero sería como una experiencia que un menor no debe sentir en ese momento. Uno tiene que divertirse, no quemar etapas, ir paso a paso, no apresurarse. Creo que lo mejor es que los chicos tengan una carrera en su país, que no quemen etapas, que sus papás no los lleven a otro lado.

¿Sería más un capítulo para generar reflexión?

Sí, para generar reflexión.

¿El negocio del fútbol te parece perverso?

Obviamente.

¿Nos puedes contar sobre aquella imagen que presenciaste cuando fuiste a España para pasar una prueba en el Atlético de Madrid?

En África hay bastantes muchachos que no tienen para vivir y muchos clubes españoles contrataban chicos africanos porque a esa edad marcaban bastante la diferencia. Eran muchísimo más grandes que los demás. Se traían 500 africanos, te estoy tirando cualquier número. Cuando las cosas van bien, por eso es que yo te digo que el fútbol es perverso, qué bonito: traemos a todos los africanos acá y ya. Pero cuando las cosas van mal, pa’ fuera. Te botan, no sirves. El fútbol es así, la vida en general. Cuando estás bien, todos están contigo. Pero cuando las cosas van mal, no. Entonces, había siete-ocho africanos en un cuarto. Era mejor que vivir como vivían seguramente allá. Pero en el momento que las cosas no van bien, te regresan a tu país.

¿Tú lo viste?

Yo lo vi en ese momento porque dormía en el cuarto con un niño africano. Para mí, que económicamente había estado bien desde pequeño gracias a Dios, fue chocante vivir todo eso. Cuando fui al Atlético de Madrid tenía 14 años. Los que estaban en el cuarto eran dos o tres años mayor que yo. Un día se le acercó la chica de la lavandería a mi papá y le dijo: “No puedes dejar a tu hijo tan pequeño acá en España, en estos cuartos”. No vives como un niño normal.

En ese momento ustedes no sabían que muchos de esos chicos terminaban mendigando en la calle porque no lograban ser futbolistas. Incluso no volvían a ver a sus familias.

Por supuesto. Me imagino que a estos africanos se los traían porque sus condiciones no eran las mejores. ¿Después, cómo volvían a África? Yo no sé si el club les dirá: «Toma tu pasaje de regreso».

Incluso, podría tratarse de tráfico de menores. Ustedes no tomaban consciencia de eso.

Claro.

¿El fútbol está condenado a jugar por el deber de ganar y no por el placer de jugar?

Sí, pero los jugadores que pueden llevar la presión que genera el fútbol y aun así logran divertirse son los que marcan la diferencia. Mejor te va en la vida, si disfrutas lo que haces.

¿Hoy juegas con el mismo entusiasmo que en la infancia?

La motivación va y viene. Hay momentos durante el año donde me siento muy motivado. Uno tiene que lidiar con esto. Me siento mucho más fuerte mentalmente. Sé cómo salir adelante cuando me vienen estos bajones.

Eduardo Galeano describe al futbolista en su libro “Fútbol a Sol y Sombra” de la siguiente manera: “Cuando más éxito tiene, y más dinero gana, más preso está”. ¿De qué modo el futbolista podría evitar esa sensación?

Una vez que vas alcanzando cierto nivel, vas ganando más plata, te vas volviendo mejor jugador, es normal que la presión aumente. En esos momentos es importante prepararse mentalmente. Como te dije, a mí me hace bien ir paso a paso. Disfrutar los entrenamientos, no pensar mucho en el futuro, sino en lo que estás viviendo en el momento.

¿Quién podría ayudarte a liberarte de esa presión?

Es importante a veces ir al psicólogo. Nos enfocamos en mejorar la técnica, la táctica, pero la cabeza es lo más importante.

¿Tú cómo sales adelante cuando te caes?

Yo voy al psicólogo. No tengo problema en decirlo. Converso con un profesional cuando tengo un problema. Durante estos últimos años, me ha ayudado bastante.

¿Qué recomendarías a los papás de niños futbolistas ante una situación similar a la que viviste, pero que desconocen del impacto que puede generar en sus hijos menores?

Que tomen conciencia. Que su hijo es un niño todavía. Tiene mucho por vivir. Que no le quiten lo más importante ahorita que es la infancia. Más adelante tendrá muchos momentos en ser profesional, pero ahorita no es la edad.

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