Tomamos del curso online “Educar por el fútbol” (Universidade do Futebol, UNICEF, Fundació FC Barcelona) una precisión fundamental para los entrenadores de menores y jugadores de fútbol en proceso de formación.
Bajo una mirada constructivista del aprendizaje, todo ser humano nace con un potencial innato pero es a través de la interacción con el medio ambiente, dentro de toda su amplitud (social, cultural, educacional), que el aprendizaje ocurre. Para dejar más clara esta concepción del aprendizaje vamos a utilizar la “metáfora del balde”, donde el potencial innato de cada persona puede ser representado por el tamaño de un balde. Mientras más grande sea este potencial, más grande será dicho balde personal.
Asimismo, la calidad de ese potencial solo podrá ser expresada o definida en la medida en que se llene el balde completamente y con agua limpia. Es decir, poco importa tener un balde grande si está vacío o, peor aún, con agua sucia o contaminada. La metáfora del balde puede ayudarnos a entender mejor la visión constructivista y sus aplicaciones prácticas o metodológicas en el fútbol. Viendo esta perspectiva, nos permitimos verificar que no siempre un niño o joven que tenga un gran balde, o sea, mayor potencial para la práctica del fútbol, necesariamente va a tornarse en un gran deportista. Si su ambiente pedagógico formal e informal no es adecuado, las cualidades podrán quedarse inhibidas y no se desarrollarán óptimamente. El balde estaría más vacío que lleno, o con agua contaminada.
Por el contrario, que un niño tenga un balde más pequeño (es decir, menor potencial para la práctica del fútbol) no significa que no podrá tornarse en un gran aprendiz y un excelente deportista, con altos niveles de performance. La investigación educativa en general ha demostrado que un ambiente favorable, rico en estímulos y oportunidades de aprendizaje, es capaz de potenciar el talento y revelar grandes rendimientos. Figurativamente, en estos casos el balde se llena con el agua más pura y cristalina en la construcción del aprendizaje.
Pensemos: ¿cuántas veces hablamos sobre talentos desperdiciados? O, por el contrario, sobre aquellos que lograron destacarse principalmente por su dedicación y a pesar de ser rotulados como “comunes” o sin el “don” de jugar fútbol. Hoy, sabemos que el secreto del talento y de la formación de futbolistas se encuentra mucho más de lo que se imaginaba en la creación de ambientes de aprendizaje que favorezcan el desarrollo.