Escrito por: Martín Salinas Cisneros, @amrtinaslinas
Presentamos, en esta oportunidad, algunas de las concepciones a la base de la pedagogía del deporte y cómo estas intervienen directamente en el trabajo formativo. A continuación, describiremos y discutiremos las concepciones empiristas e innatistas y propondremos el constructivismo como la mejor manera de entender el aprendizaje. Cómo un entrenador concibe el aprendizaje tendrá una gran repercusión en los métodos utilizados para la formación de jóvenes futbolistas.
¿Cómo aprendemos?
En primer lugar, el empirismo es la teoría que sostiene que la única fuente de conocimiento humano es la experiencia adquirida a través del medio ambiente. Esta concepción entiende que el ser humano nace vacío, como una hoja en blanco, y simplemente responde a los estímulos del ambiente.
En contraposición, el innatismo tiene como base la idea de que todos los seres humanos poseen en sus genes las informaciones necesarias y suficientes para lo que conocerán durante toda su vida. Es decir, la experiencia nada más “revela” aquella información genética para determinadas capacidades.
Finalmente, el constructivismo o interaccionismo surge como una respuesta a estas posturas antagónicas; las recoge y llena sus evidentes vacíos. Esta tercera teoría entiende el origen del conocimiento como la interacción del sujeto y el ambiente, considerando no solo las características predeterminadas biológicamente sino también el potencial de transformación del sujeto a partir de esta interrelación. Una concepción interaccionista del aprendizaje, así como una metodología acorde con ella, busca oponerse a un abordaje conservador.
El abordaje conservador
Como sostiene Paulo Freire, uno de los más influyentes pedagogos del siglo XX, el abordaje conservador es aquel en que el conocimiento se considera un cúmulo de contenidos determinado que se “deposita” en un aprendiz pasivo e ignorante, tal como uno depositaría dinero en un banco. El pedagogo brasileño hace una crítica profunda a este modelo empirista, que en el caso del fútbol no prepara al aprendiz para resolver constantemente los problemas que le propone la práctica deportiva, sino que lo separa del contexto imprevisible del juego. Aquí, el profesor es el centro absoluto de toda la atención y el único poseedor del conocimiento, el cual debe “pasar” al alumno que nada sabe.
Este abordaje está mejor representado por la metodología “tecnicista”, donde se da absoluta prioridad a la enseñanza de la técnica en deterioro del aprendizaje del juego en sí. Bajo esta mirada, antes de jugar se han de dominar los fundamentos técnicos. Como mencionamos anteriormente, esta forma de pensar proviene del empirismo, en el que se profesa que se puede transmitir a todos, del mismo modo y al mismo tiempo, un modelo único a ser repetido. Nos preguntamos, ¿será que hay una única técnica perfecta en el fútbol? El objetivo de la técnica es la precisión, lo que no implica que esta se logre de una sola manera posible.
Debemos reconocer que en nuestro medio este tipo de entrenamientos tecnicistas aún son muy comunes y largamente extendidos. Esta visión tradicional suele derivar en entrenamientos descontextualizados, aburridos para los niños, de largas filas y meras repeticiones mecánicas de movimientos. Suele, en todo caso, fracasar. ¿A qué tipo de entrenamiento nos referimos? Mira el siguiente video:
El entrenador que no ha reflexionado sobre su propia práctica docente probablemente zafe de este fracaso (los niños se aburren fácilmente, no desarrollan mayores destrezas, no construyen una inteligencia de juego) y consciente o inconscientemente transite hacia una visión innatista, donde se cree que algunos nacieron con el don de jugar al fútbol y es solo eso lo que determina el aprendizaje. Creerán, entonces, que no hay que “detener” el desarrollo del talento, y más bien mirarlo florecer pasiva y naturalmente. Se asume como verdadero que algunos jóvenes son capaces y otros no, dejando de lado la individualidad de cada uno a lo largo del proceso de aprendizaje.
Constructivismo y fútbol
El modelo actual, que resuelve los vacíos dejados por los dos anteriores y que obtiene sus fundamentos de la Epistemología Genética de Jean Piaget, es el interaccionista o constructivista. Desde él, el aprendizaje ocurre cuando el sujeto se transforma en su acción constante sobre el ambiente, así como este ambiente se transforma también. El aprendizaje es “activo” en la medida que supone que el aprendiz necesariamente construye, asimila, acomoda y opera mentalmente para aprender.
La enseñanza del fútbol bajo esta teoría tiene como pilar fundamental los juegos lúdicos desafiantes, contextualizados, que implican resolver problemas reales del juego del fútbol. No se trata solo de repetir gestos técnicos ordenados por el entrenador, sino que el aprendiz sea agente activo en la resolución de problemas del juego. De esta manera, también estamos considerando la individualidad del proceso de aprendizaje, además del desarrollo de la inteligencia de juego por sobre la repetición pasiva de indicaciones. Concebir el aprendizaje de esta manera tiene implicancias claras en cómo se desarrollan las sesiones de entrenamiento, que esperamos profundizar más adelante.