Escrito por: Martín Salinas Cisneros, @amrtinaslinas
En esta segunda entrega, profundizamos sobre algunos temas críticos del fútbol formativo: lo esencial cuando hablamos de “formación”, cómo hacer que el deporte sea verdaderamente educativo, el desarrollo del pensamiento crítico, la autonomía y toma de decisiones en los niños futbolistas, así como el manejo de la disciplina en deportes de equipo y los propios aprendizajes en la experiencia como educadores. A continuación, las últimas reflexiones de Juan José Luque, Director Técnico de la FCB Escola Perú, y Pedro Pérez, Ex Coordinador de la Escuela Socio-Deportiva de la Fundación Real Madrid en nuestro país.
La primera parte de la conversación trajo precisiones importantes sobre la relevancia de ganar y perder en el fútbol formativo. Los entrenadores mencionaron que reducir las experiencias vividas en el fútbol al triunfo o a la derrota significa simplificar demasiado el deporte, y que este es mucho más que eso. Juan José señala que “si vamos a simplificar la felicidad en lo que ganamos, creo que estamos simplificando mucho la vida, y es mucho más bonita de lo que parece como para tenerla simplemente en un polo tan reducido”. En todo caso, indicaron que es más importante ocuparse de la buena formación, y quisimos saber un poco más a qué se refieren con esto.
Mencionan constantemente la palabra “formación”. ¿A qué se están refiriendo cuando dicen, por ejemplo, que “hay que incidir en la formación” y evitar reducir el fútbol al ganar y al perder o al éxito y al fracaso? ¿Qué es lo verdaderamente esencial cuando hablamos de formación a través del fútbol?
Pedro: Lamentablemente, un ínfimo porcentaje de los niños que practican deporte van a ser profesionales. Entonces, lo que tienes que preparar, desde mi forma de concebir el deporte formativo o el fútbol de formación, es a esos chicos para tener un mejor desempeño en su vida adulta. Es decir, que a través del deporte aprendan a relacionarse de una manera sana con los demás, que adquieran hábitos de vida saludables, lo que luego les va a repercutir en una mejor calidad de vida. Ahora y cuando sean adultos. Que se acostumbren a la disciplina de un entrenamiento y a respetar tanto al rival como a los compañeros y al entrenador, árbitro y distintas figuras de autoridad que les puedan surgir en su día a día. Si todo eso lo conseguimos haciendo deporte, bienvenido sea. (…) Cuando estamos hablando de fútbol de formación, ¿cuánto podemos tener a los chicos? Como mucho, diez años de repente. Y después de esos diez años, ¿qué pasa con ellos? Tampoco podemos ser tan egoístas de, una vez que ya no están con nosotros, nos despreocupamos, ¿no? Hemos tenido que ser lo suficientemente competentes como para preparar a esos chicos… ¿para qué? Para que lleven una vida en paz consigo mismos, ya no exitosa o lo que sea, sino que para que los chicos puedan ser felices. Eso es lo que yo creo que es lo verdaderamente importante.
Juan José: Yo creo que cuando hablamos de formación lo primero que tenemos que tener claro es que necesitamos formadores. Si no tenemos formadores, la formación no tiene alma. No tiene peso. No hay claridad en lo que queremos llegar con estos chicos. El conseguir formar buenos formadores te va a garantizar que los chicos van a estar trabajando en buenas manos, que los padres van a estar contentos y van a estar tranquilos de que sus hijos estén en manos de personas dignas que tienen muy claro lo que tienen que trabajar con los chicos. Luego, la buena formación no tiene que ir solamente desarrollada para los que en teoría pueden llegar al máximo nivel. La buena formación tiene que ser accesible a todo el mundo. A todo el mundo. (…) Esto se hace no simplificando el deporte en algo de élite. Que sí que va ahí también. Pero si simplificamos los pocos recursos que tenemos en invertir solamente en los que creemos que van a llegar, nos estaremos equivocando. Porque estaremos dejando un valor importante, que es el de crear sociedad. Sociedad para el día de mañana. Por eso creo que tenemos una responsabilidad fuerte. Pero es una responsabilidad que no se la podemos pasar a los niños. La tenemos que asumir los profesionales. Y la tenemos que asumir con los compañeros que consigamos captar bajo estas ideas de formación, para hacer que el círculo formativo sea cuanto más grande, mejor. Que más gente pueda llegar a la idea de que la formación no solo es el hecho de localizar al mejor jugador. Si podemos conseguir que este anillo sea grande, creo que estaríamos llegando a un punto de responsabilidad de poder dar a la sociedad algo más que simplemente un éxito o un fracaso. Sino dar un deporte de masa. Una identidad en cuanto a practicar un deporte toda la vida, que sería una manera de mejorar la sociedad.
“Si vamos a simplificar la felicidad en lo que ganamos, creo que estamos simplificando mucho la vida, y es mucho más bonita de lo que parece como para tenerla simplemente en un polo tan reducido.”
Existe en relación al fútbol, y al deporte en general, la creencia de que es un medio valioso para educar intrínsecamente o por sí mismo. Se asume que hay una relación directa, por ejemplo, entre más deporte y menos drogadicción, o lo mismo para una serie de conductas no deseadas… Yo les quería preguntar, ¿qué piensan sobre esto? ¿Creen que el deporte es por sí mismo un medio valioso para educar moralmente? O, en caso no sea algo intrínseco, ¿de qué maneras generar que el deporte sí sea valioso educativamente?
Juan José: Yo creo que el deporte es un gran instrumento. Pero depende mucho cómo lo utilizas. El objetivo del colegio es enseñar, y no significa que en un colegio se enseñe bien. Cuántas imágenes tenemos de deporte y violencia, en cancha y fuera de cancha. Cuántas imágenes tenemos de deporte y droga o deporte y alcohol. (…) Creo que el deporte tiene un objetivo y una responsabilidad bien grande, pero todo va muy de la mano de los objetivos claros que quieres alcanzar con él. Sino cualquier arma positiva en la vida se transforma en negativa, simplemente por no utilizarla de manera correcta. Un mensaje de un deportista de élite en el que se transmite algo negativo llega a millones de personas, y un mensaje positivo llega a millones de personas también… Es el mismo deporte. Simplemente que el mensajero utilizó un mensaje u otro. Con los entrenadores nos pasa igual. Si el mensaje que transmitimos a los chicos en la etapa formativa es un mensaje que no corresponde a la etapa y a los objetivos que el deporte debería de mandar, sea el fútbol o cualquier otro, estaremos equivocados. Estaremos equivocados. Y si ese mismo mensaje no los trasladamos a las familias, el círculo deportivo del niño va a dos vías. Porque el mensaje nuestro no es acompañado por el de los padres…
Pedro: Si yo te aplico unas cargas de entrenamiento o unos ejercicios desaconsejados para tu edad, yo soy capaz de lesionarte intentando enseñarte deporte. Igual, si yo tengo una actitud poco empática o trato mal a los niños con los que entreno, el deporte se está convirtiendo en algo nocivo. Entonces, depende del uso del instrumento que hagamos. Hay miles de ejemplos de cómo el deporte ha transformado comunidades, e incluso países, y cómo ha transformado vidas. Entonces, el deporte en sí es neutro. Depende del uso y de la intención que tú le des a la práctica deportiva. (…) ¿Cómo hacer que deje de ser neutro y convertirlo en algo positivo? Particularmente, me gusta recuperar la espontaneidad del juego. Es decir, que los chicos vayan y disfruten. Creo que en muchos entrenamientos, de repente los chicos no disfrutan todo lo que deberían cuando ese tiempo que invierten y que dejan de ocupar en otras cosas debería ser para ellos un espacio de disfrute. Por ejemplo, cuando veo todavía entrenamientos donde todos los ejercicios acumulan un montón de fila, donde los chicos están todo el tiempo pasando entre conos y no interactúan entre ellos. Tú miras a los chicos y no hay risas cuando están entrenando… Creo que eso hay que eliminarlo. O por lo menos, no sé, debería ser una parcela muy pequeña de los entrenamientos. Y creo en eso: recuperar la espontaneidad del juego. Obviamente el entrenador tiene que estar ahí y tiene que marcar unas pautas. Y que le dé una intencionalidad, que es lo que estábamos hablando antes, a ese espacio de entrenamiento. Dejar que los chicos hagan. Y que disfruten. Que se relacionen entre ellos y que tengan contacto directo. Que tengan el balón lo máximo posible. Porque al fin y al cabo a lo que van es a tocar el balón, y en muchos entrenamientos se van, y de hora y media que han estado, han tocado el balón cinco o seis veces. Eso me frustraría a mí, que soy adulto, pues imagínate a un niño pequeño que lo único que quiere es estar jugando. Entonces creo que hay que recuperar eso. Que no me parece que sea fácil, pero se puede.
“Si simplificamos los pocos recursos que tenemos en invertir solamente en los que creemos que van a llegar, nos estaremos equivocando. Porque estaremos dejando un valor importante, que es el de crear sociedad.”
Juan José: Nos estamos olvidando de lo que más ilusiona a un niño: que le dejen jugar. Y el juego tiene que estar organizado respetando la etapa del niño, porque cada etapa a nivel psicológico te plantea cómo pueden ser los juegos. Qué dificultad debe tener o no el juego. Esto hace que el niño pueda disfrutar o no. Cuando hacemos sesiones de entrenamiento que no corresponden a la etapa formativa, el niño no solamente se aburre sino que no entiende lo que está haciendo. Y el entrenador se frustra porque cree que el niño no pone atención. Y realmente no hay un entendimiento de lo que tiene que pasar en cancha. El niño tiene que disfrutar. Tiene que pasárselo bien. Tiene que reír. Eso se consigue cuando el juego está diseñado para ello. Si el juego solamente está diseñado para ganar el sábado, ya no hay juego. Simplemente hay un objetivo del sábado y el entrenador se está centrando en el objetivo del sábado, no se está centrando en un objetivo importante: de que sus jugadores sean felices ese día.
Pedro: Luego ahí aparece también el tema del síndrome del ‘burnout’. De chicos que a los catorce años ya están hastiados de jugar al fútbol y ya no solo abandonan el fútbol, sino que fácilmente abandonan toda práctica deportiva. Y son chicos de alguna forma perdidos porque los hemos quemado. (…) Tendríamos que hacer una mirada reflexiva de cómo repartimos la cuota de protagonismo y tenemos que ser conscientes de que nosotros no somos los protagonistas. Son los chicos.
Juan José: Es una cuestión de roles. El entrenador tiene que tener claro cuál es su rol para que el niño también pueda asumir su rol perfectamente. Si el niño acaba siendo un cono también o acaba siendo un instrumento del entrenador, el entreno no es para el niño. Es para el entrenador. Entonces, los niños o el equipo no pueden ser un trampolín para el entrenador. Lamentablemente muchas veces funciona de esta manera.
“En muchos entrenamientos se van, y de hora y media que han estado, han tocado el balón cinco o seis veces. Eso me frustraría a mí, que soy adulto, pues imagínate a un niño pequeño que lo único que quiere es estar jugando.”
¿Cómo se puede lograr que la práctica deportiva en los niños no sea simplemente una repetición mecánica o pasiva de movimientos indicados por el entrenador y que se convierta en un ejercicio para aprender a pensar críticamente y a comprender lo que se está haciendo? ¿Qué estrategias se pueden utilizar directamente en la práctica docente para lograr esto?
Juan José: Yo creo que tener los objetivos o los contenidos de trabajo en tu periodización es importante, pero desarrollar la capacidad de percepción del chico es clave. Un chico que tiene un campo visual y una visión periférica desarrollada, y los ejercicios van encarados a ello, va a hacer que sus tomas de decisiones sean mucho más amplias y su autoestima y su capacidad de decisión sean mucho mejores que un jugador que está limitado a que le marquen “dos y dos son cuatro y de aquí no te muevas”. (…) Creo que dotarle al chico de una capacidad de toma de decisión, y esto va mediante los ejercicios que tú planteas, con los objetivos y contenidos claros, hace que la percepción dé lugar a un campo visual y una visión periférica que permita que el niño pueda tomar decisiones. Y que además sea capaz de crear un saco de experiencias. Nosotros llamamos saco de experiencias al que tú le puedas introducir un automatismo, pero este no necesariamente tiene la solución. Tú lo puedes exponer a varias soluciones, pero luego en el entreno o durante el partido crea otra solución. Que si él la toma, la tiene que sumar a su saco de experiencias. Esto hace que su historia futbolística, por decirlo de una manera, no se cierre solamente a la información que tú le des. Sino a la que tú le das, a la que le diriges y a la que él vive. Y esto se hace con sesión de entrenamiento y con objetivos claros. Y no hace falta colocar tantos platos. (…) Si esto lo desarrollamos, muchos chicos que no tienen un nivel técnico muy alto tienen un gran desarrollo como futbolistas. Porque aprenden a tomar muy buenas decisiones. ¿Cuántos jugadores muy técnicos y de gran nivel se quedan en el camino simplemente porque no toman buenas decisiones? Teniendo todo para poder ser grandes futbolistas de élite, pero simplemente no toman buenas decisiones. Porque las sesiones de entrenamiento, los objetivos, van encarados simplemente hacia la técnica y la táctica, pero simplificándolas a un automatismo, simplificándolas a biomecánica y a una acción técnica que tiene que salir depurada.
Juan José continúa: Desarrollar la capacidad de decisión del chico. Es el punto a explotar actualmente en el futuro del fútbol. Desarrollar deportistas sin miedo a tomar decisiones. Pero no tener miedo no significa hacer lo que quieras, sino también asumir, en un juego colectivo como es el nuestro, cuáles son tus responsabilidades. (…) Sí es muy importante que el entrenador tenga una autocrítica muy fuerte y una capacidad de evaluación lógica de su grupo, para poder localizar qué es lo que necesita ese grupo humano en ese momento, independientemente de la edad que tengan. Si no, el error no es del grupo humano. El error es de la persona que está dirigiendo o guiando el grupo, que realmente no se está ubicando, o cree que su nivel es demasiado elevado y que los niños no tienen nivel. Bueno, pues, si tú tienes tanto nivel, lo que debes hacer es tener suficiente humildad para ponerte al nivel de los chicos, para que consigan elevar su nivel. Si eso no lo conseguimos, el problema lo tenemos con el entrenador. Por eso es muy importante la formación de técnicos y la localización de potenciales técnicos, sobre todo para niños. No para élite, sino para niños. Porque esto es lo que nos hace falta. Para élite, todos queremos ser de primera y todo… Pero es importantísimo localizar gente que su vocación sea niños. Y por ellos hay que apostar. (…) Saber leer no significa saber enseñar a leer. Saber jugar al fútbol no significa saber enseñar a jugar al fútbol. Son aspectos muy diferentes. Acá todavía se tiene mucho la visión de que un ex-jugador, que tiene una experiencia válida e importantísima, ya de por sí está capacitado para poder dirigir un grupo de niños. Posiblemente esté más capacitado para entrenar adultos, porque su última experiencia ha sido de adulto como jugador y no como niño, y lo que tiene de experiencia la va a poder trasladar a gente de su misma edad. Pero no para niños. Este suele ser uno de los errores que cometemos. (…) En España sí que es verdad que ha habido un desarrollo exagerado a nivel formativo. Habiendo tenido cuarenta años de dictadura en la que la gente no podía ni salir a correr a la calle, por lo menos en deporte femenino por ejemplo, ahora mismo en los Juegos Olímpicos el deporte femenino es casi el estandarte del deporte español. Yo creo que eso demuestra que la sociedad, en España por lo menos, ha crecido fuerte a nivel deportivo, cuando ahora ya son las mujeres las que están cogiendo la bandera…
“Tenemos que ser conscientes de que nosotros no somos los protagonistas. Son los chicos.”
Quisiera preguntarles sobre el manejo de la disciplina en los deportes de equipo. Existe la creencia de que la disciplina se equipara con la obediencia y que únicamente responde a ella. ¿De qué manera consideran ustedes que se gestiona la disciplina de modo que verdaderamente eduque y no sea simplemente una disciplina coercitiva o que funcione en base a la obligación?
Pedro: Yo te puedo compartir mi experiencia dentro de lo que son proyectos sociales. A mí me parece que, cuando estás hablando de disciplina, tienen que ser acuerdos consensuados con el grupo. Tienen que haber unos acuerdos de convivencia. O llámalos como quieras, ya eso es cuestión de terminología. Que sean construidos por el propio grupo con el entrenador. ¿Qué es lo que genera eso? Genera, primero, que no te puedan decir que no están de acuerdo porque ha sido una construcción propia. O sea, conjunta. Y, segundo, genera también que sea el grupo quien se auto-regule. Muchas veces, cuando tú te sientes partícipe de la construcción de algo, te sientes muchísimo más identificado y de alguna forma defiendes esas ideas o esos acuerdos de convivencia que serían en este caso. (…) Se trata un poco también, otra vez volviendo a lo mismo, de dar protagonismo a los chicos. No solo de “oye, vas a tener que hacer esto y no hay margen de nada”…
Juan José: En mi experiencia en cuanto a club, tienes que tener muy claro las dinámicas que propones tanto a los niños como a los padres y a los técnicos para que estas dinámicas, reglas, normativas, sean de uso para todos. Para todos. Para que todo el mundo se sienta identificado con la filosofía y el proyecto. (…) Hay normas y roles que tenemos que crearlos los adultos. (…) Por lo menos en club, creo que es muy importante tener muy claro qué es correcto, qué es incorrecto, cómo nos respetamos, cómo convivimos, qué decisiones sí son las del adulto o del guía –que son las que son irreprochables– y cuáles son las decisiones que podemos negociar entre todos. No podemos poner a la altura del profesor al niño. Porque es niño. Y tenemos que tratarlo como niño. Tenemos que ayudarlo, apoyarlo y acompañarlo como niño. El entrenador no tiene que ser un dictador. El director no debe ser un dictador. Pero sí que es verdad que cuando mueves una masa de gente grande, las dinámicas tienen que estar muy claras. Porque en el momento en que tu decisión es diferente ante las mismas experiencias por diferentes personas, se te desmonta todo como una baraja de cartas. (…) A veces, no es cuestión de inflexibilidad. Es cuestión de ser justo con todos. Porque el concepto de justicia es importante. Ante una situación en la que algo es injusto, no podemos ser más injustos nosotros. Hay situaciones en las que todos deben de entender que la decisión es justa para todos. Pero hay que hacerla ver. No impuesta o que “yo soy el que toma la decisión y se acabó”. No. Ante una situación, si ves que la reacción no es correcta, considerar: ¿qué es lo justo? (…) Yo creo que ahí también el profesional no debe escurrir tampoco su capacidad de tomar decisión. Porque es una manera también de que te vean como alguien que realmente está acompañando para lo bueno y para lo malo. Muchas veces los niños se desubican en muchas situaciones porque no tienen claras las reglas. (…) Por ejemplo, si llego tarde, y sé que la regla es que no voy a poder jugar –y que es para mí y para todos, hasta para un entrenador – sé dónde tengo que estar y dónde estoy ubicado. Y esto me ayuda a crecer también. Y no es inflexibilidad, simplemente es un concepto de responsabilidad ante el deporte, tu equipo, tu entrenador y la institución. Y una responsabilidad que tiene que asumir también la familia, porque el niño a veces no llega tarde porque él quiere sino porque la familia llega tarde. Y no podemos trasladarle esa carga al niño siempre.
Pedro: La construcción (de los acuerdos de convivencia) es con los niños pero obviamente guiada por el entrenador. Hay algunos innegociables y está claro que cuando tú entras a un espacio deportivo con los chicos ese espacio tiene que ser un espacio seguro. No puede haber ningún tipo de maltrato, ni físico, ni psicológico ni emocional. Tienes que crear un espacio seguro y eso es innegociable. (…) Los chicos se lo tienen que pasar bien, los chicos no se pueden hacer daño los unos a los otros, no te pueden hacer daño a ti. O sea, tiene que ser un espacio seguro para todos y a partir de allí vamos a ver cómo lo manejamos.
Juan José: Crear un clima. Si conseguimos crear un clima de sentido común y de convivencia, técnicos, alumnos, padres, aficionados y el entorno en general ya te ayudan a gestionar la disciplina. Incluso a proponer las posibles soluciones a los problemas. (…) Se ven situaciones preciosas. De chicos que vienen de un barrio con una realidad y se juntan con niños que vienen de otro barrio con otra realidad. Y al final, la pelota es el medio de comunicación. Porque si tú me la pasas bien, y yo se la paso a él y él no me la pasa bien, aunque él sea de mi barrio, yo prefiero pasártela a ti porque tú me la devuelves. Eso está claro. Ese medio de comunicación no te lo quita nadie. En ese sentido, el fútbol es un instrumento, como decíamos al principio, excelente. Excelente. (…) El espejo real sería pasárselo bien: “Oye, mira, de Messi no veas solo cómo gana. Mira cómo se divierte con sus compañeros, mira cómo pasa la pelota, mira cómo no es egoísta según qué situaciones, mira cómo cuando le han pegado una patada no responde con una patada”. Igual, sí podemos utilizar el ejemplo de Messi, no en cuanto a su éxito o no, sino en cuanto a esas actitudes. De él y de otros jugadores de otros clubes. Si encaramos como profesionales esas situaciones, los chicos tendrían que ver o se verían reflejados en los valores y en las actitudes, no en los éxitos de los jugadores.
Hemos hablado un poco desde el punto de vista de los niños. Para terminar, quería voltear un poco la pregunta: ¿qué aprende uno en este proceso de enseñarle a niños a través del deporte? ¿Cuáles son los aprendizajes que ustedes reconocen en su propio ejercicio como profesores que utilizan el deporte como herramienta educativa?
Juan José: Te puedo decir que cada vez disfruto más cuando veo a un niño pasándoselo bien. Cada vez disfruto más viendo un equipo abrazarse. Cada vez disfruto más cuando los chicos juegan y disfrutan en la cancha. Disfruto más de ello que de verlos ganar. Creo que esto me ha hecho ser mucho más responsable en cuanto a las actitudes que en cuanto a los rendimientos. (…) Intentar que el niño disfrute, que se lo pase bien, porque ese aprendizaje es el que te hace a ti también disfrutar. No ofuscarte como entrenador porque no han salido bien las cosas. Yo creo que eso te lo da, al final, la humildad, te lo da el sentirte digno con lo que haces, y te da responsabilidad. Esa responsabilidad es bonita de gestionar cuando ves que los chicos reaccionan con una actitud positiva antes las situaciones o las experiencias que se le presentan en el deporte. Sentirse digno con lo que hace uno y saber que actúa con conciencia y que no hay intención de hacer daño, sino que la intención es crear felicidad. Intentar extender la idea de que se pueden hacer las cosas bien y disfrutar de ello. Si consigues hacerlo, yo creo que estás cumpliendo tu rol con la sociedad, con tu institución pero conociéndote a ti mismo. Teniendo un reconocimiento de cuál es tu rol. Eres un formador. Si consigues entender que eres un formador y eres un guía de etapas iniciales, con chicos que quieren un futuro –que no sabemos cuál es ese futuro–, si entiendes ese rol y lo haces tuyo, lo integras realmente… lo que haces, lo haces de corazón y lo haces utilizando la conciencia y también la ciencia. Lo unes. Unes ciencia con conciencia y corazón, que sería hacia donde deberíamos conectar el deporte por lo menos los que nos toca en este momento de la vida tener unas responsabilidades. (…) Conocerse en el rol que le está tocando y sabiendo cuáles son sus responsabilidades, sobre todo creo que desde la dignidad. La dignidad y la humildad son importantísimas. El llevar un escudo no te hace ni mejor ni peor. Tu manera de actuar ante las situaciones es la que te hace mejor o peor… Y también podríamos discutir qué es mejor y qué es peor, o qué te hace mejor o peor…
Pedro: Yo personalmente creo que, si bien se supone que nosotros como entrenadores o formadores somos los que vamos a enseñar a los chicos, muchas veces las lecciones que te dan ellos son auténticas lecciones de vida. (…) Lo que sí que rescato y me encanta de los niños, y echo de menos en el mundo de los adultos –si se puede hablar en estos términos– es la autenticidad. Cuando te pones delante de un niño te expones a mucho más de lo que te piensas. Porque es que ellos no se casan con nadie. Y las relaciones son muchísimo más reales. Porque un niño es un niño, y al fin y al cabo no mide sus palabras. Y está bien, porque es lo que le corresponde hacer a su edad. Es algo que en el viciado mundo de las relaciones adultas no encuentras con facilidad. A mí eso me encanta. A veces me he llevado palos increíbles de niños de cinco años pero también te enseña a que tienes que aceptarlo tal y como viene. A mí por ejemplo eso es algo que me encanta de ponerme delante los chicos y de las chicas…
“El llevar un escudo no te hace ni mejor ni peor. Tu manera de actuar ante las situaciones es la que te hace mejor o peor.”
Juan José: En cuanto a las reflexiones que he hecho de vez en cuando, si conseguimos desconectar al niño del apego del padre y de la madre y que sea un ser libre, que en ese momento actúa, con errores y sin errores, por sí mismo… si lo logramos, con nuestra realidad acá, es increíble. (…) El rol es intentar llegar luego al padre y decirle: “contémplalo”.
Pedro: Que el padre sea capaz de disfrutar lo mismo que está disfrutando el niño.
Juan José: Que es la contemplación, no la observación. “Contémplalo. No medites. No, no. Contempla. Mira a tu hijo a la distancia y ve cómo es él. Libre, sin cadenas, sin juzgarlo y siéntete orgulloso de quién es”. (…) También respiras muy tranquilo viendo chicos demasiado dependientes y que consigues que no lo sean tanto. Que sean ellos mismos. Eso es un premio brutal. Más que ganar cualquier torneo o crear una buena selección o lo que quieras. Conseguir eso yo creo que es un objetivo de vida muy bonito…
Pedro: El fútbol debe ser un espacio transformador, tanto para ellos (los niños) como para nosotros. Ni ellos ni nosotros podemos salir de este espacio de la misma forma en que hemos entrado.