El goleador de la categoría 2000 en la Copa Federación 2016 quiere más. Su presente es E.G.B. y la selección sub-17, su incógnita más grande.
En noviembre del 2015, Piero Vivanco salió de su casa del Jr. Coronel Zuliaga de Barrios Altos con la maleta lista para viajar a Colombia. No se trataba de un viaje familiar ni nada de naturaleza recreativa. Por el contrario, era un asunto de representación nacional. Partía junto a 22 juveniles más para representar al Perú en el Campeonato Sudamericano sub-15, bajo la dirección técnica de Juan José Oré. Aunque desaprobaron el examen en el torneo, luego de registrar solo una victoria ante Chile en el Grupo B, la experiencia internacional a nivel de selecciones conquistó el corazón y la memoria de Vivanco para siempre. «Fue una bonita experiencia representar a tu patria. Cantar el himno nacional es algo inexplicable».
Su convocatoria al Sudamericano sub-15 ocupa el momento más especial que ha podido vivir y compartir con su familia gracias al fútbol. Una familia que tiene antecedentes en este deporte como el caso de José Ayala, abuelo de Vivanco y exfutbolista de Sport Boys y Deportivo Municipal entre la década del 60 y 70. Además, fue asistente de Roberto ‘Titín’ Drago en la selección sub-17 en los 90. Él decidió inscribir a su nieto de cinco años en una academia del ‘Muni’ de Breña, que afianzó aún más la relación del pequeño Piero con el balón. «Desde que veía la pelota, quería patearla hasta por las puras», cuenta Vivanco de acuerdo a lo que su mamá Marlene recuerda.
Culminados los cuatro años aproximadamente en Municipal, Vivanco Ayala tuvo un corto paso por Sporting Cristal. Debido a temas económicos, no continuó en las divisiones inferiores del club rimense. Se cerraba un capítulo, pero se abría otro. Gracias a su amigo Sebastián, Esther Grande de Bentín apareció en el radar de Vivanco. Le había avisado de una prueba de selección y optó por ir a probar suerte. Dejó poco al azar y se quedó con el premio mayor. Su talento le valió ser escogido en Bentín cuando atravesaba la pubertad. Cuatro años y medio después, valora la formación que recibe en el club.
«Esther Grande de Bentín es un buen club que te enseña valores. Te sientes como en tu casa. La señora ‘Catita’ (Catalina Bentín, fundadora de E.G.B.) te cuida como si fuera tu madre. Hay una relación muy cercana», comenta el volante ofensivo de 17 años.
Durante el periodo que lleva en Bentín, Vivanco ha destacado en su categoría e incluso en las mayores. En 2016, fue promovido en más de una oportunidad a la categoría sub-18, con la que disputó el último tramo de la etapa de liguillas. Algunos compañeros de la categoría 2000 lo acompañaron en este reto: Marcelo Garcés, Mauricio Matzuda, Leonardo Mifflin y Alejandro Oncoy. Por ello, formó parte del campeonato de la categoría 98 en la Copa Federación, que consiguieron tras superar 4-2 a Universitario en el partido de definición que se disputó en la Villa Deportiva Nacional. Incluso, convirtió uno de los goles de la victoria.
«Me sentí contento porque el profesor Marco Valencia me dio la confianza. Tenía que demostrar por qué me subió de categoría. En el segundo tiempo, tuvimos más posibilidades de anotar y salimos campeones», explica Vivanco sobre un título que costó hasta el último. En la fecha final de la Copa de Oro A, E.G.B obtuvo un triunfo ante la ‘U’ por la mínima diferencia, con gol de Alejandro Oncoy, que les permitió empatar en puntaje a los cremas y definir al campeón en un partido extra. «El partido fue duro en la cancha de Universitario. Salimos mentalizados que teníamos que ganar y se nos dio el resultado. Nos ayudó anímicamente en la final porque venían golpeados por no habernos ganado en su casa», considera.
Piero Vivanco encontró una recompensa al término de la temporada. Distinto desenlace al que vivió en su categoría, donde les resultó imposible alcanzar a Universitario y evitar el tricampeonato del cuadro crema. Sin embargo, el técnico jugador sí pudo festejar una campaña redonda a nivel personal al culminar como máximo goleador de la categoría 2000 con 22 goles.
«Importa el nivel colectivo, pero en lo personal, salir goleador también es bueno. Tengo que seguir trabajando. Quiero superar la meta de los 22 goles en el 2017», se proyecta Vivanco que puede desempeñarse como mediapunta o falso ‘9’. En la volante, sabe que tiene que tocar más el balón, llegar al área y asistir a sus compañeros. En tanto, en el rol de delantero, suele hacer diagonales y debe asegurar los goles. «Me siento más cómodo en la elaboración y en la definición», sostiene.
Así como su polifuncionalidad en ataque es una certeza para Piero Vivanco, su ausencia en la selección sub-17 es una incógnita para él. Estuvo en el inicio del proceso cuando Perú se preparaba para una gira internacional en Francia (marzo del 2016), a la cual no viajó. Su única convocatoria. Nunca más lo llamaron. Dice que no hay indisciplina y asume que se trata de un tema netamente deportivo. Confía en que llegará su revancha. «Habrá oportunidad de volver a la selección. Con las ganas que tengo de regresar».
Sale poco, pero las pistas de Barrios Altos conocen su fútbol. «La calle es donde uno aprende más. Te da un toque de sabrosura dentro de la cancha. Te ayuda a ser picante y desenvolverte más», expresa Vivanco. En tiempos donde las grandes billeteras de los clubes chinos financian millonarios fichajes en jugadores y profesionales del fútbol para impulsar el torneo local, Vivanco ve complicado que, por más inversión que se haga en un país, los niños puedan desarrollar una cultura deportiva o «futbolera» de forma natural como sucede en Sudamérica.
Piero Antonio Vivanco Ayala aún se mantiene tranquilo sobre su proyección profesional, que deberá completarla en otro club, dado que Esther Grande de Bentín está dedicado netamente a la formación. En ese sentido, encuentra similitudes entre E.G.B. y el FC Barcelona, una institución que admira. Tiene decidido el dedicarse al fútbol al 100%. Le gustaría estudiar la carrera de entrenador. «Apoyaría a los más chiquitos. Les enseñaría a tener una mente ganadora». Antes de prepararse, ya tiene la fórmula para ello: «Se cambia confiando en cada uno de nosotros».
Por Renzo Pucce